Una caminata por el barrio de los Austrias te dará hambre suficiente como para acabar reponiendo fuerzas. Y este local, con solera y triunfador en el arte de los calamares, a la hora de elegir entre las otras opciones que ocupan los aledaños de la plaza, es otra magnífica opción. Esta freiduría, conocida por sus contundentes raciones a precios razonables, no tiene demasiadas sillas, así que puede que te toque comer de pie. Llévatelo a la plaza y devóralo mientras disfrutas del entorno saboreando su historia, pocos planes existen más auténticos que este en el manual del buen castizo.