El 29 de enero de 2013, en una colina perdida en las tierras bajas de Etiopía, alguien gritó: –¡He encontrado un hombre! –¿Qué clase de hombre? –preguntaron desde abajo. –¡El homínido, el homínido! El descubrimiento, más o menos fortuito, puede cambiar para siempre lo que sabemos de los albores del género humano. Ese “hombre” es realmente una mujer, y probablemente el miembro más antiguo de nuestro propio género, el Homo. Sus restos datan de un periodo totalmente oscuro hasta ahora.