El Bullshot Mi madre, que era una formidable cocinera, compraba la ternera por piezas. Nos la traía de Rascafría un médico, viejo amigo de mi padre, donde, feliz él, criaba su propio charolés. Pedía normalmente la cadera entera, rabillo incluido, además de picada, morcillo, tapa, huesos y demás. Cortaba la cadera “a la contra”, en gruesos filetes y en una o dos piezas para asar; las puntas y otros restos mayores los guisaba (recordadme que os hable de su “guisito”) y los recortes sobrantes iban a una gran olla donde hervían durante horas y que, previo añadido de algún hueso de rodilla, morcillo, un puerro, una cebolla, dos zanahorias, una rama de apio, algún ajo y un par de hojas de laurel acababa siendo, tras desengrasarlo, un caldo que curaba la depresión, la fibromialgia y el prurito. Yo le afilaba los cuchillos y aprendí el arte cisoria a base de mirar. En casa ya no somos tantos y no compro la cadera entera, pero sí siempre por cortes grandes que preparo según me da: pa... Leer más
7 August 2022
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